BERLÍN, Alemania.- La actual capital alemana celebró ayer los 70 años del fin del bloqueo de la ciudad, a manos de la Unión Soviética, un episodio de la Guerra Fría que casi lleva al mundo a una nueva confrontación armada entre los antiguos aliados de la Segunda Guerra Mundial. La celebración contó con homenajes a uno de los su héroes del operativo, uno de los primeros pilotos que abastecieron a la población del oeste de la ciudad con dulces y víveres.
En total, 277.000 vuelos aportaron unos dos millones de toneladas de productos básicos. Los pilotos recorrieron un estimado de 175 millones de kilómetros y 78 personas perdieron la vida durante los operativos. Al final, el bloqueo se levantó, sin condiciones.
Miles de personas se acercaron al antiguo aeropuerto de Tempelhof, transformado en parque urbano, escenario de una operación aérea sin precedentes de 15 meses, efectuada por los aliados.
Se proyectaron películas en pantallas gigantes, se organizaron conciertos y se pudo ver en exposición algunos de los aviones usados para abastecer a Berlín, que llevaba dos años de rutas bloqueadas.
La estrella del día fue el ex piloto estadounidense Gail Halvorsen, apodado “Candy Bomber” (bombardero de caramelos), o “Uncle Wiggly Wings” (el tío de las alas batientes), por la población.
Entre junio de 1948 y septiembre de 1949, participó en la “Operación Víveres”, el puente aéreo para llevar alimentos y combustible a la parte no soviética de Berlín, pero que había quedado detrás de la “cortina de hierro” que dividía a la Alemania controlada por los ruros y la que estaba bajo administración de los aliados “occidentales” (Francia, el Reino Unido y Estados Unidos).
Miles de aviones, principalmente británicos y estadounidenses, permitieron atender las necesidades de los más de dos millones de habitantes de Berlín occidental, una ciudad dividida y sometida al bloqueo terrestre y marítimo.
Con esta medida, la URSS pretendía hacerse con el control de esta parte de la ciudad, administrada por los aliados, y dominar todo el este de Alemania.
Halvorsen, de 98 años, vestido con uniforme militar de la época, regresó el sábado a Tempelhof durante una primera ceremonia en su honor, visitó un campo de béisbol que lleva su nombre y saludó a los berlineses de aquella época. “Fueron los pilares de la confrontación con la Unión Soviética”, declaró. (DPA)